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martes, 27 de mayo de 2014

Preguntas de cajón, respuestas de manual Daniel Chasquetti

Montevideo Portal


¿Qué participación tendremos en la interna del 1º de junio?
La votación del próximo domingo será la más baja desde que se utiliza el procedimiento de las elecciones internas. Como bien sabemos, a diferencia de las restantes contiendas electorales, las internas son las únicas donde el voto no es obligatorio, por lo que muchos ciudadanos optan por no participar. Desde su creación, la proporción de ciudadanos que concurre a las urnas en esta instancia desciende sistemáticamente: en 1999, participó el 53% de los habilitados; en 2004, el 46%; y en 2009, el 45%.
Existen muchas explicaciones interesantes sobre los niveles de participación en este tipo de contiendas. He aquí tres. La hipótesis partidista sostiene que las elecciones internas conciernen a ciudadanos que se consideran miembros, activistas o simpatizantes de los partidos, por lo cual los ciudadanos independientes no tienen porqué participar. La hipótesis estructuralista afirma que en este tipo de instancias participan únicamente los ciudadanos más informados (y a la vez, educados), por lo que debería ser normal que aquellos que no se interesan por los asuntos públicos concurran a las urnas por simple voluntad. Finalmente, la hipótesis de la competencia sostiene que los ciudadanos participan de una instancia no obligatoria cuando perciben que están en juego asuntos públicos de envergadura. Las tres proposiciones son eficaces para explicar los niveles de votación en países donde el voto no es obligatorio como Estados Unidos, Colombia o Chile. Para el caso de la presente elección interna uruguaya, la tercera parece ser la más útil porque permite comprender y anticipar los resultados.
Si la participación es una función de la importancia de los asuntos que se deciden, parecería lógico que el próximo domingo tengamos una baja participación. Los partidos políticos ofrecen una competencia donde se definen muy pocos asuntos relevantes. Únicamente el Partido Nacional presenta una competencia con incertidumbre acerca del resultado final, dada la marcada paridad de sus candidatos en las encuestas. Además, este partido resolverá en la elección la correlación de fuerzas de las convenciones departamentales de los departamentos del interior del país (claves para la nominación de los candidatos a Intendentes) y establecerá el orden de los candidatos de las listas legislativas de varias de sus fracciones.
Los otros partidos resolverán muy pocas cosas. En el Partido Colorado, Bordaberry será electo candidato presidencial y en el Frente Amplio, ocurrirá lo mismo con Vázquez. Ambos partidos abren la interrogante respecto a la integración de las convenciones departamentales del interior, aunque convengamos que en muy pocos departamentos, tienen chance de ganar la Intendencia. El Partido Colorado agrega interés al poner en juego el orden de las listas de candidatos al Parlamento. El Frente Amplio apenas muestra una competencia extra entre sus tres principales sectores con el fin de determinar cuál será el más influyente hasta octubre (MPP, FLS y PS). Hay además una interrogante sobre la votación de los grupos menores que pugnan por no perder presencia pública (Partido Comunista) o por imponer nuevas etiquetas electorales (Frente Unido, Compromiso Frenteamplista y los grupos que apoyan la candidatura de Constanza Moreira).
O sea, solo el Partido Nacional pone mucho en juego, al igual que ya lo había hecho en anteriores elecciones internas. En promedio, 7 de cada 10 votantes nacionalistas de octubre suelen participar de las internas. El Partido Colorado consigue que 5 de cada 10 concurran y el Frente Amplio apenas 4 de cada 10.  
Por tanto, si la participación es una función de la importancia de los asuntos en disputa, sería razonable pensar que la concurrencia a las urnas debería ser más baja que hace cinco años cuando había dos internas con incertidumbre. Además, resulta lógico señalar que el Partido Nacional será la colectividad con mayor votación y que el Partido Colorado y el Frente Amplio tendrán concurrencias modestas. El actual nivel de movilización de los partidos confirma estas previsiones y sino recomiendo al lector recorrer parques, plazas y avenidas de cualquier ciudad del país. Si todo esto es así, la comparecencia electoral no debería superar el 40% de los habilitados marcando así el registro más bajo desde su puesta en práctica en 1999.

 ¿Puede Lacalle Pou ganar la interna del Partido Nacional?
Hemos dicho que Partido Nacional tendrá una buena performance el domingo, pero conviene alertar que su votación será sensiblemente menor a la lograda en 2009. En aquella oportunidad, consiguió algo más de 480 mil sufragios, pero en este caso la votación debería estar por debajo de los 400 mil votos. Dos razones orientan este cálculo: votarán menos ciudadanos en la interna y la intención de voto de este partido es hoy cinco puntos inferior a la que tenía hace cinco años.
En 2009, el electorado nacionalista de las internas estuvo compuesto por dos segmentos de similar tamaño: los votantes de centro y los votantes de derecha. Esto fue así porque en las internas suele participar menos personas identificadas con el centro ideológico que en las elecciones nacionales de octubre. Por eso, en las internas crece el peso relativo y la influencia de los votantes más próximos a los extremos del espectro ideológico. Un estudio de Buquet y Piñeiro (2010) muestra que en las internas de 2009, los votantes de centro representaron el 44% del total de participantes, en tanto que en las elecciones de octubre esa cifra ascendió al 58%. Por tanto, en las internas hay menos votantes de centro que en la elección nacional. El descenso anunciado para el domingo será a costa de votantes de centro antes que de votantes de izquierda o derecha y esto es relevante para imaginar el desenlace de la interna nacionalista.
Según demuestran Buquet y Piñeiro, la interna nacionalista de hace cinco años fue definida por los votantes de derecha. Lacalle y Larrañaga habían conquistado proporciones similares  de votantes centristas, pero el primero fue más eficiente en la captación de votos de derecha (1).
Si la afluencia de votantes de centro es menor que hace cinco años, el peso de los votantes de derecha será decisivo. Cuando miramos cómo fue la campaña encontramos que Larrañaga intentó corregir el problema que tuvo hace cinco años y para ello abandonó hace tiempo su posición negociadora con el gobierno y desarrolló un discurso opositor pensado a la medida del votante nacionalista de derecha. Propuso crear de una guardia nacional, desarrollar una policía militarizada, prometió derogar la ley de legalización de la marihuana, etc. Lacalle Pou, que al iniciar esta competencia contaba con el apoyo del Herrerismo (grupo ubicado claramente a la derecha del partido), realizó un movimiento contrario al de Larrañaga, moviéndose sistemáticamente hacia el centro, mediante el desarrollo de una campaña tan moderada como innovadora. Por tanto, ambos candidatos se movieron en sentido diferente al colocar sus campañas en posiciones ideológicas distintas a las que el electorado estaba acostumbrado a observarlos.
Las encuestas han mostrado que la intención de voto de Larrañaga ha estado próxima o por encima del 50%, lo cual permite suponer que su captación de votantes de derecha ha sido bastante eficiente. Sin ese segmento jamás hubiese alcanzado esa cifra. A la vez, los guarismos de Lacalle Pou muestran que su capacidad para captar el voto de centro también ha sido alta. Si solo captara votos de derecha la tendencia de su intención de voto se habría frenado hace bastante tiempo. Por tanto, podemos suponer que su crecimiento se ha procesado en el centro del espectro gracias a las características de su campaña. Sin embargo, la victoria en junio no está en el centro sino entre los votantes de derecha o centro-derecha y allí su impronta renovadora y juvenil tal vez encuentre obstáculos insalvables para un voto conservador también cortejado por el otro candidato nacionalista y por Pedro Bordaberry. El discurso de Lacalle Pou tiene el mérito de haber puesto el énfasis en la dimensión propositiva de la política (por la positiva) pero es débil si se piensa en el electorado nacionalista. A los efectos de su objetivo, hubiese sido necesaria una dosis mayor de crítica al gobierno, verdadera música para los oídos deseosos del votante de derecha.
Algunos colegas encuestadores sostienen con razón que el resultado de la interna nacionalista es reservado dada la llamativa paridad en los guarismos de ambos contendientes. Nos sumamos a esos recaudos. No obstante, estoy convencido que dado que ambos candidatos se repartirán el debilitado voto centrista, la llave de la victoria estará otra vez en manos del voto de derecha. En ese terreno, creo que Larrañaga ha hecho bien las cosas y es favorito para llevarse el premio.
Por tanto la respuesta a la pregunta inicial es sencilla: Sí, Lacalle Pou puede ganar, pero lo más probable es lo contrario. Larrañaga ha hecho una campaña adecuada para ganar esta interna y probablemente se convertirá el domingo en el candidato del Partido Nacional. Veremos si las urnas me dan la razón.

Tres ideas básicas para pensar la elección del domingo
* Todo indica que el domingo votarán menos ciudadanos que hace cinco años. La defección será mayor entre los votantes de centro, por lo que aumentará la influencia de los votantes próximos a los extremos.
* La caída en el número de votantes beneficiará a Larrañaga en el Partido Nacional y a Constanza Moreira en el Frente Amplio.
* Cuántos más votantes participen, mayor serán las posibilidades de que Lacalle Pou derrote a Larrañaga. Cuántos más votantes participen, mayor será la distancia de Tabaré Vázquez respecto a Constanza Moreira.

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Nota
(1) Buquet, Daniel y Rafael Piñeiro (2010). “De las internas a las municipales. El impacto de las reglas electorales en Uruguay”, en Daniel Buquet y Niki Johnson, Del cambio a la continuidad. Ciclo electoral 2009-2010 en Uruguay. Montevideo: Editorial Fin de Siglo – Ediciones CLACSO.

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