publicado a la(s) 26/5/2014 19:10 por Semanario Voces
Sorprendió
a muchos con su postulación.
Logró sacudir una interna partidaria que miraba al candidato “natural” como una
imprescindible bocanada de oxígeno electoral.
Se
plantó con entusiasmo, enfrentando algunas asimetrías y el pronóstico casi
lapidario de las encuestadoras, al grito de Yo me animo.
Señoras
y señores, en este rincón, la retadora, Constanza Moreira.
Por
Jorge Lauro y Alfredo García / Fotos Rodrigo López
En
el 2007 fuiste candidata a presidenta en el Congreso del Frente Amplio y te
dieron una paliza de novela.
Sí,
saqué el 42% de los votos del Congreso, y no recuerdo cuántos votos saqué en el
Plenario. Pero estaba un poquito mejor la proporción.
Pero
aquello fue más que nada cobrarle al Pepe; no era solamente Constanza.
Eso
es lo que entendí en aquel momento, y también por eso respaldé la decisión de
Pepe, que era evidente que con esa base no conseguías nada del Congreso.
¿Hay
un componente masoquista en eso de estar sometiéndose a las derrotas o palizas?
Todos
los políticos se someten a derrotas o palizas. Si no, no sobrevivís en la
política. El narcisismo y la política no suelen ir juntos porque los políticos
sufren cada palizas espectaculares.
Pero
hay mucha gente que estudia la situación y es renuente a someterse cuando saben
que la van a matar.
Mirá
a Tabaré, que perdió muchas veces antes de ganar, mirá a Astori, que perdió por
paliza con Tabaré, y perdió con Mujica. Si no te arriesgás a eso, no hacés
política. Yo en realidad en el 2007 no estaba ni ahí. Estaba trabajando en la Universidad, lo que no
quise fue dejar a Mujica en falsa escuadra con lo que me parece fue un tiro por
elevación a Mujica. Recuerdo la tapa de Caras y Caretas que decía: “Constanza
al partido, Mujica al gobierno”, aparecía Mujica con la banda presidencial. Y
me parece que, efectivamente, como Mujica aparecía ya configurado como una
alternativa al bloque de Danilo-Tabaré, yo estuve en el medio de una contienda
que era un poco mayor y cuyo desenlace no se vio sino hasta mucho tiempo
después. Ahora es fácil contar todo eso con el diario del lunes, pero en ese
momento entendí que no solamente no había condiciones como para que yo asumiera
la presidencia del Frente Amplio, sino que yo nunca había llegado a decir que
sí pero no quise dejarlo a Mujica en falsa escuadra y un día me desperté con
que el Congreso del MPP me había votado, sin yo saber ni que había Congreso ni
que eso estaba sometido a su consideración, ni nada.
En
lo que no hay diario del lunes, ni lo habrá es si tenés alguna idea de lo que
podría haber sido el Frente si hubiese sido diferente esa instancia
contraponiéndola a la situación que hoy te conduce a llevar adelante esta
candidatura.
De
aquellos polvos vinieron estos lodos; de alguna manera, lo que trató de hacer
Mujica (y fracasó) en el 2007 es lo que determinó que la elección fuera
abierta, competitiva, que Mónica Xavier fuera electa por ciento setenta mil que
fueron los que votaron del Frente y no por un Congreso. Me parece que con esa
derrota, de alguna manera, Mujica consiguió un objetivo que fue colocar la
cuestión de la Presidencia, y la vice Presidencia, que nunca se había nombrado
en el Frente Amplio, lo colocó allí. En el principio parecía obturado.
Enseguida volvieron a reconocer a Brovetto -pero Brovetto ya estaba para
salir-, y eso luego determinó un proceso electoral abierto para las elecciones
del Presidente del Frente, que es una cosa mucho más rara en el imaginario del
Frente Amplio que tener varios candidatos para la Intendencia de
Montevideo. En ese momento, no conocía tan bien al Frente como ahora, pero me
parece que ese proceso fue definitorio para lo que vino después. Y lo que vino
después fue positivo. Es decir, no encuentro positivo que el Frente Amplio no
haya encontrado un solo independiente para poner en la ronda electoral y que
cada partido se atrincherara con su candidato, y que el MPP, que era el único
que se había comprometido a poner un candidato independiente y joven, terminara
poniendo a Agazzi. La resolución mostró hasta qué punto el Frente estaba
sectorizado y era incapaz de encontrar candidatos más o menos consensuales, más
o menos independientes, más o menos jóvenes, pero, a pesar de que fue muy
decepcionante en ese sentido la elección del Frente Amplio, creo que fue buena,
primero porque hay una presidenta bastante más joven y más dinámica, que tiene
otra forma de trabajo, reparte las actas, hace pública la información. Es otra
cosa.
¿Mónica
era tu candidata?
No,
no era. Yo nunca tuve mucha chance de elegir. En algún momento vino el MPP para
que me presentara de nuevo y dije que no, porque ya había pasado por ese vía crucis
y otra vez no iba a pasarlo ni loca. Hoy, con el diario de después, era muy
arriesgada la jugada de Mujica y era difícil que el Frente Amplio tolerara
prácticamente una intrusa como presidenta. Pero estuvo bien lo que se hizo en
términos de lo que vino después. Cuento una anécdota, yo estaba furiosa porque
estaba en mi segunda Rendición de Cuentas con el tema de las Fuerzas Armadas y
había descubierto unos puntos del presupuesto que le daban ochenta millones de
pesos para la Operación
Escorpión, que tuve que ponerme a rastrear qué era eso, y eran militares
especialistas en rescate de rehenes, ¡en el Uruguay!, perros que detectan
explosivos, ¡en el Uruguay! Yo estaba furiosa con ese tema y nadie me daba la
más mínima bola, entonces hice una carta a la mesa política (ingenua yo), y Mónica
recién había entrado y me permitió ir a la mesa política con esa carta que
decía que si se tenía un programa de gobierno había que trasladarlo al
presupuesto, que lo de las Fuerzas Armadas no tenía gollete, etc. Muchos de la
mesa política -los del MPP sin dudas- reaccionaron como diciendo: ¿qué hace
esta mujer? A mí me parecía normal que si vos estás en el Parlamento como
senador y tenés un tema importante, lo lleves a la mesa política. Y Mónica, como
también era nueva, habilitó que yo llegara y dijera eso, y no solo eso, sino
que la carta que presenté, Mónica la envió a todos los comités de base a partir
de lo cual se habilitaron discusiones. Esto es para decir que nuevas maneras de
relacionamiento, y con este tema de la circulación de la información, las actas
y esa dinámica que Mónica trae del Parlamento, al Frente le permiten ventilar
sus problemas de otra manera. El Frente ganó. Además, hay tres vicepresidentes
relativamente jóvenes, Michellini, Ivonne Passada y Castillo. Antes no podíamos
tener uno y ahora tenemos tres. Tenemos un secretario como Gerardo Rey, que
tiene mucho peso político dentro del Frente Amplio.
Perfume
de mujer, ¡lo qué era la Casa del FA!, con el patio que tenía un perro y que
nadie podía pasar, y ahora tenés La Huella, que todo el mundo la usa. Nosotros
con la campaña la usamos y la gastamos, hicimos todas nuestras mesas ahí. Esa
cosa del cuidado de la casa; hoy entrás a la Casa del FA y hay mucha más gente que la que
había. Hay reuniones y eso habla de otra dinámica, instalada por otra
generación y por otra perspectiva de la política. Más allá de las preferencias
que pueda tener por unos o por otros, los relevos generacionales son
determinantes de la vida política cotidiana.
El
cargo en el Senado fue una especie de premio consuelo que te dio el Frente por
haber sido vapuleada en el Congreso.
Fue
un premio consuelo maravilloso. Cuando vinieron las elecciones internas, a mí
el MPP me ofreció trabajar en la campaña del Pepe. Yo fui a buscar al Pepe, junto
con otra gente, para que compitiera con Astori. Eso fue de motu propio y lo
hicimos con Couriel, con Methol Ferré. Un primero de mayo fuimos a la chacra un
grupo a decirle que lo respaldábamos para que se presentara en competencia con
Astori que había sido elegido por Tabaré. Después de toda esta cuestión de las
internas, a mí me plantean estar en la lista de convencional en el sexto lugar.
En ese momento, todavía estaba Huidobro, estaban Couriel, Lucía, Bonomi, Agazzi
y yo. Di mi nombre para la lista de convencionales. Después me proponen
encabezar la lista de diputados de Montevideo, después me hacen una serie de
propuestas (yo estaba en Brasil es ese momento), y me ofrecen el sexto lugar en
la lista del Senado. Le dije a Lucía que el sexto lugar en la lista a senador
no salía. Bromeaba acerca de que la probabilidad de que saliera en sexto lugar
en la lista del Senado era inexistente. Ahí había terminado con la Dirección del Instituto
de Ciencias Políticas y me había presentado a un cargo a Naciones Unidas en
Nueva York; todo fue en el mismo período. Pensé que tenía una probabilidad
bajísima de salir.
Como
politóloga, le erraste.
Sí,
pero salí en el anca de un piojo, por acumulación de votos del sub lema. Eso
fue lo que no calculé. Yo calculé los votos que tenía la 609, pero la 609
acumuló con el Partido Comunista, así que algún comunista me ha dicho que salí
gracias a ellos. En realidad fue una sensación muy rara la de esa elección,
porque estaba el “Sordo” González anunciando que triunfaba el voto rosado y
después que no. Eso fue un mazazo más por ese anuncio que después no fue. Miré
el resultado por televisión, y el sexto lugar era para Constanza Moreira. Ese
día cambió mi vida, mi auto dejó de circular por las mismas calles de siempre
de los últimos veinte años y empezó a circular por Nueva Palmira.
Me
llevó un tiempo internalizarlo porque toda mi vida iba a la Facultad, que
además es otro paisaje. Cuando voy por Agraciada y desemboco en el Palacio digo:
“¡Pah! ¡Mirá el lugar adonde trabajás ahora!”.
¿Con
Lucía hubo algún alejamiento político en determinado momento? ¿Cuándo se dio?
¿Cuando se dio cuenta que eras menos manejable?
Es
gracioso… No sé qué es lo que pensaba Lucía de mí. En realidad nosotros trabajamos
con la 609 todos los lunes a las 13 horas durante cuatro años: Couriel, Lucía,
Tajam, Agazzi, Saravia, durante el primer año hasta que se fue. Por supuesto
que tuve muchas discusiones con Lucía, con la bancada, por el presupuesto, la
Comisión de Presupuesto es un sitio especialmente litigioso y ahora, desde que
ellos optaron por Tabaré Vázquez, opté por tirarme con mi candidatura. Couriel
y el PVP se vinieron conmigo. Ahí sí, me convertí en una especie de bancadita
parlamentaria propia. El MPP me pidió que me constituyera como bancada
parlamentaria; no recibo un peso por eso pero el MPP no se quería ver
comprometido por el hecho de que uno de su espacio (aunque yo sea una independiente
dentro del Espacio 609) estuviera compitiendo con Tabaré. Ahora esa
coordinación no la tenemos más.
Vos
tenías diferencias políticas importantes.
Tuvimos
muchas diferencias. En materia de presupuesto tuvimos fuertes discusiones en el
primer año. Allí las posiciones eran mezcladas, la manera en que se cortaban
las alianzas. A veces votábamos al Partido Socialista, al Partido Comunista,
una parte del MPP contra otra parte… sobre todo lo que tiene que ver con el
presupuesto de la educación, el presupuesto de la Universidad, de las
Fuerzas Armadas. No el Estatuto del Funcionario Público, sino al principio, en
el primer presupuesto, las medidas que se instalaron, que cambiaron las formas
de contratación del Estado. Recuerdo una discusión que duró meses sobre
introducir formas de contratación privada en el Estado, con la que estaba
completamente en desacuerdo. Fueron unas luchas feroces. Soy una funcionaria
pública, he trabajado la mayor parte de mi vida en el Estado, soy una profesora
y una defensora de la
Universidad de la República.
Una vez Lucía bromeando me dijo: “Te voy a aplicar el
artículo 70 de la Constitución”, que dice que cuando estás involucrado en un tema
por tu actividad no podés, y cuando hay discusiones sobre la tierra…
Bordaberry, Lacalle…
Lucía
inclusive…
¡Me
mato de la risa, porque la única tierra que tengo está en una maceta! Y una
vez, defendiendo la
Universidad fue que Lucía me lo dijo. Me parece que esa
condición de funcionaria pública, de universitaria, te marca en tu defensa; y
las cuestiones de género ni que hablar; y los Derechos Humanos, que un poco los
traigo por herencia de Cores. La relación con Hugo me trajo esa agenda y
después continué con eso.
¿Sabías
que en estas elecciones no ibas a ir en la lista del MPP?
Intuía,
por decirlo de alguna manera. Estuve en las internas en el sexto lugar en la
lista del MPP, gracias a lo cual conseguí por vez primera un lugar en el
Plenario. En las elecciones de 2012 hice campaña por el MPP y por Agazzi,
estuve en la lista del MPP. La discusión sobre Tabaré la tenemos hace mucho en
el MPP. No sé si en forma abierta pero recuerdo algún Plenario del MPP, donde
creo que Bonomi sostuvo que ya estaba lo de la candidatura de Tabaré, y yo
decía que no estaba. Mi posición en relación a la necesidad que el Frente
Amplio tenía de buscar una fórmula de recambio generacional con otras caras es
archiconocida, pero no se dio eso.
Uno
de los argumentos que se usó en contra tuya fue que vos veías que no salías en
el Parlamento…
¡Qué
gracioso! Y que por eso me inventé una candidatura presidencial… ¡qué audaz!,
¿no? Bueno, cada uno puede pensar lo que quiera, pero no. Ni siquiera sabemos
qué vamos a hacer después del primero de junio.
¿No
lo sabés?
Para
empezar, tendré que reasumir las funciones parlamentarias que durante este mes
han estado un poco suspendidas. Hay vida después del primero de junio. Tenemos
una Ley de Medios para aprobar, tenemos un Código de Proceso Penal para
aprobar, hay vida parlamentaria, hay vida política, pero cómo vamos a
evolucionar dependerá de los resultados que obtengamos.
En
política, el que se precipita, se precipita.
Vos
tenés claro que podés lograr un nivel importante de adhesión el primero de
junio, no solo por vos sino también “en contra de”. Mucha gente que no votará a
Tabaré, te puede votar a vos.
También
abrimos una candidatura de alternativa por eso, para darle una alternativa al
Frente Amplio de votar otra cosa en el caso de que no quisiera votar a Tabaré.
Darnos una alternativa a nosotros. Creo que hay personas como Couriel en este
espacio que hubieran votado a Tabaré; hay de todo.
Dicen
también que sos “funcional a Tabaré”.
Sí,
está esa teoría, la “teoría Abella”.
Les
estás robando votos.
Que
Unidad Popular saque muchos votos me parece fantástico. Prefiero que saque más
votos Unidad Popular que el Partido Independiente. Está clarísimo que si mañana
precisamos un voto para la Ley
de Responsabilidad Empresarial o en la defensa del medio ambiente, lo vas a
conseguir mucho más con Unidad Popular que con el Partido Independiente. Mi
mensaje para Arbella es que no pelee tanto conmigo, que a mí me parece muy bien
que a Unidad Popular le vaya bien.
Esa
es una diferenciación grande con lo que deben pensar Tabaré y muchos
frentistas.
¿Te
parece? Cuando a nosotros nos fracasa el voto Lima en la despenalización del
aborto, hubo que negociar, gracias al gran Quico Souza, que lo recuerdo en mi
libro para que la historia no se olvide la importancia de la acción de hombres
y mujeres para hacer grandes cosas en este país, cosa que yo no creía en
absoluto antes de entrar a la vida política real.
¿Subestimabas?
Subestimaba
el peso de lo personal en la política. La verdad es que Quico Souza, de la
CAP-L, fue decisivo para la negociación con Posada, tanto él como Gallo. Souza
fue decisivo para que hubiera un trabajo con Posada que nos diera un voto. El
Partido Independiente tenía dos votos, pero un voto que sí y otro que no. Ahora,
cuando me preguntan sobre la mayoría parlamentaria con el Partido
Independiente, digo que en mi opinión tratar de obtener a una mayoría
parlamentaria negociando con partidos tan divididos como los partidos que
tenemos es duro. En el Partido Nacional, una cosa es la Alianza y otra el
Herrerismo, y eso quedó manifiesto en todo lo que fue el acuerdo educativo o la
Ley de Patentes. Son dos actitudes muy distintas. El Partido Colorado votó la Universidad de la Educación en Diputados y,
cuando llegó al Senado, Amorín se dio vuelta y la Universidad de la Educación no logra salir
de comisión porque no tiene los votos del Partido Colorado y el Partido
Independiente. Si a Unidad Popular le va bien, obtener una representación
parlamentaria lo vuelve a meter dentro de la política institucional, lo cual
fortalece a los partidos y los atempera. A mí me pasó en la despenalización del
aborto, nosotros tuvimos que cambiar el proyecto donde incluimos los cinco días
de reflexión. Ahora, si no negociás, no sacás nada. Entonces, muchas veces la
lógica maximalista (sobre todo, de los movimientos sociales) se choca contra la
lógica de negociación que tenés que tener en la política para que las cosas
salgan.
Me
parece bien que ellos tengan representación parlamentaria y, además, creo que,
respecto de alguna coalición posible y algunas leyes, tener algo más a la
izquierda del Frente no le viene mal al Frente Amplio. Más allá que siempre
están los celos, de decir: “La izquierda somos nosotros”, pero desde el punto
de vista del espacio político eso no tiene ningún sentido, vos lo que querés es
más espacio político de izquierda.
¿La
politóloga tiene claro que el Frente obtendrá mayoría parlamentaria?
No.
La politóloga cree que podemos llegar a una mayoría parlamentaria y lucha por
que podamos tenerla porque no quiero ni imaginarme lo qué sería un gobierno del
Frente Amplio sin mayoría parlamentaria propia. Todas estas ciento ochenta
páginas del programa…, una buena parte olvidémosla. Podrás gestionar gobierno,
podrás administrar las cosas, pero las transformaciones importantes es muy
difícil conseguirlas con un espectro político del cincuenta por ciento más uno
del centro a la derecha.
¿El
Partido Independiente es de derecha?
En
despenalización del aborto hubo uno y uno. El Partido Independiente
inicialmente tenía un partido más cercano al Frente Amplio y se ha ido
corriendo hacia la derecha, y hoy se parece más a la posición que tienen los
partidos tradicionales. En todas las votaciones, yo no vivo tanto con ellos
porque no tienen representación en el Senado. No ha hecho coalición con el
Frente Amplio en los temas que importan sino que más bien ha estado del lado de
allá.
Es
su aspiración, ser la bisagra.
No
está haciendo bien la bisagra. Ya no lo es. Muchas veces precisamos mayorías
especiales, como, por ejemplo, para la Universidad de la Educación, para la UTEC,
para el voto en el exterior, etc. En despenalización del aborto, sí cumplió el
rol exacto que tenía que cumplir, pero en los otros temas no. Habría que
preguntarles a los diputados.
Ahora
entró Conrado Ramos…
Que
sería su “giro a la izquierda”.
No
sé, él estaría a favor de toda esta agenda de derechos.
El
sistema político uruguayo hasta el día de hoy no le ha dado mucha vida a las
opciones fuera de los grandes partidos. Es un sistema de grandes partidos, con
poco espacio, poco aire, para los partidos chicos. Todo cambia, vamos a ver.
Los
apoyos partidarios que lograste son meritorios pero son pocos y muy nuevos, salvo
el PVP que, si bien tiene pocos votos, tiene trayectoria. No debe ser fácil
juntar algo tan heterogéneo.
Bueno,
los hemos juntado, ¿no? Tenemos ocho listas en el país.
Vos
los juntaste para una candidatura puntual.
Los
he juntado para una candidatura puntual pero eso es trabajo político también.
Tenemos todos los lunes una mesa de coordinación que se llama el C 14, tenemos
discusiones.
Los
une más el espanto.
Sabía
que alguien en algún momento iba a decir esa frase.
¿Visualízás
una corriente?
Sí.
Visualizo un espacio político clarísimo y posible. Ahora, otra cosa es que seas
capaz de ocuparlo, de organizarlo políticamente, pero el espacio político
seguro está.
Politológicamente
hablando, está.
El
tema es si vos podés representarlo.
Lo
estoy representando, esa es la idea de la candidatura. El tema es que eso se
transforme en organización política. Es otra película muy distinta a una
competencia electoral con una candidatura, que lo que hace es visibilizar una
alternativa. Y además hemos hecho muchos aprendizajes en este tiempo. Una de
las virtudes que tuvo la candidatura fue desnaturalizar a Tabaré dentro del
Frente Amplio. Para el Frente Amplio es muy natural que sea Tabaré, que
aparezca Tabaré en la foto, que la caravana sea con Tabaré… El hecho de que
haya otra candidatura hace que el Frente Amplio tenga que decir: “Ah no, pero al
otro también”. Y eso de alguna manera va a desnaturalizando la presencia del
dirigente más importante del Frente Amplio porque fue presidente del país y
también del propio Frente Amplio. Tabaré fue la última síntesis política
consensuada que llegó al Frente Amplio, el resto fue mayorías y minorías, fue división.
Por eso, el Frente también se aferra a eso. La candidatura por lo menos sirvió
para esto: para ir desnaturalizando a Tabaré del Frente Amplio. Eso, aunque no
lo crean, es importante en la vida política de todos los días. El espacio
político existe sin dudas, pero que nosotros tengamos la fuerza para
transformarnos en una corriente que se organiza y se establece en ese espacio
político… Está todo lo que hicimos de los énfasis programáticos. Dentro de
nuestros grupos políticos hay una posición bastante consensual sobre el tema de
las Fuerzas Armadas. Eso ya es un éxito porque nadie la tiene, salvo nosotros. Sobre
los Derechos Humanos clarísimo, porque el IR y el PVP son muy distintos, pero tenés
a Macarena Gelman, a Sara Méndez, una acumulación… Todo lo que es la nueva
agenda de derechos…
¿No
es minimizar el término revolución hablar de la revolución en derechos?
¿Revolución
en derechos? Nosotros hablamos de nueva agenda de derechos. A mí me parece que
la actualización ideológica de la izquierda es eso. Una parte de la
actualización ideológica de la izquierda es eso. Lo uso mucho, lo de izquierda
con nuevo sentido del IR. Porque tenemos lo del giro a la izquierda, que son
todos los programáticos que están con la redistribución del ingreso, con los
tributos, etc. y tenemos a la izquierda con un nuevo sentido. Ahí está el potpurrí.
Allí también tenemos economistas, desarrollistas como Notaro, Couriel, Viera,
etc.
Hay
un espacio emergente entonces.
En
el documento programático tenés algunas ideas más o menos consensuales en ese
espacio.
¿Para
donde apunta ese espacio?
En
realidad, el espacio político es bastante más transversal a los partidos de lo
que se imaginen.
Hubo
una gran discusión en este período con algunas medidas que vinieron del Poder
Ejecutivo, vinculadas a la estrategia de seguridad, de aumento de penas. También
dentro del espacio político en que estoy hay una posición de benignidad penal,
de la prisión como última alternativa, de que paren con los jóvenes, etc.
frente a lo que ha sido la agenda de seguridad de este período. He discutido
mucho la prioridad que se le ha dado a la seguridad cuando Uruguay tiene que
discutir sobre otros temas como los del desarrollo, etc.
Cuando
nosotros discutimos eso mi aliado siempre fue Rafael Michellini. El Partido Socialista, con el tema de la
cuestión penal y las estrategias de convivencia, la internación compulsiva,
también fue un aliado, y no fueron aliados mis propios compañeros del MPP. Hay
mucha transversalidad
Entonces,
la agenda de derechos -sea o no sea revolucionaria-, contrasta lo que yo
llamaría las posiciones más conservadoras dentro de la izquierda.
¿Hay
una izquierda más conservadora?
Por ejemplo, cuando Huidobro dice que la lucha
de clases es lo más importante, creo que no termina de entender bien que Clara
Zetkin y Rosa Luxemburgo caminaban del brazo.
Que
el feminismo y la revolución bolchevique fueron cosas que surgieron juntas. El conservadurismo
de izquierda no termina de entender que todas las luchas por la igualdad van
juntas. Tenés que dar la lucha contra la homofobia, contra la discriminación,
contra la desigualdad de género, contra la desigualdad estructural. Si no metés
todo eso en un paquete, no terminás de entender qué somos y qué hacemos en este
planeta como personas de izquierda.
Creo
que hay una izquierda más conservadora, a la que le cuesta asimilar esas cosas,
y hay una izquierda más moderna. El gran problema de esa izquierda más moderna
-y de algunos partidos dentro del Frente Amplio han experimentado eso- es que
en su actualización ideológica al respecto de esta agenda de derechos ha
entrado su actualización ideológica respecto al capitalismo; entonces, ahí se
ha producido una especie de rara deriva. A mí me acusan de sesentista…
¿No
lo sos?
Soy
lo menos sesentista que hay, soy hija de la izquierda moderna, de la izquierda
republicana, me gustan las elecciones, me gusta la competencia electoral. Nada
de partido único, programa único, más bien soy de otra biblioteca. Se me acusa
de sesentista porque de alguna manera estoy identificada con esta idea de la
intervención del Estado, de lo público. La Ley de Responsabilidad Penal Empresarial, hacerla
más dura o hacerla más blanda son discusiones que han atravesado al Frente
Amplio; o la posición respecto a la Institución Nacional
de Derechos Humanos (INDH). Respaldo plenamente no lo que la INDH diga sobre el
SIRPA sino toda la actuación de la INDH que tiene que ser autónoma,
independiente, que tiene que observar al gobierno. Si nosotros como izquierda
no nos damos cuenta que necesitamos instituciones autónomas que observen al
gobierno, está complicado. Otro ejemplo, la discusión sobre la Ley de Medios, que esté bajo
la órbita de la URSEC o de un Consejo
autónomo… no, yo quiero que esté bajo la órbita de un Consejo autónomo. Todo
esto también es un tema dentro de la izquierda. Pienso que hay dos tradiciones
dentro de la izquierda. Una, más republicana, institucional, liberal, y una
izquierda más populista. Esas discusiones están dentro de la izquierda y no hay
que tener miedo de darlas. Cuando lo del habeas data tuvimos una discusión
sobre eso y terminamos ganando por un voto de diferencia. Del lado de acá,
estaban Daniel Martínez, Couriel, yo… eran unos cruces transversales dentro de
los partidos.
Eso
se puede ver reflejado ahora en junio.
Sé
que las preferencias a mi candidatura también cortan transversalmente pero los
partidos han aplicado su disciplina.
¿El
tema es después, cómo se presenta eso en una alternativa?
El
efecto Mélenchon (él tuvo una cantidad de votos, pero cuando tuvo que
consolidar una bancada parlamentaria, le costó enormemente), creo que la
diferencia es enorme entre la votación que tuvo y la de la bancada
parlamentaria posterior.
¿Existe
un espacio para esta alternativa fuera del Frente?
Afuera
no veo viabilidad de nada. El Frente sigue siendo la única organización
política capaz de disputar poder por izquierda dentro de este país, punto. Por
ejemplo, no tengo ninguna duda del papel que juega el modelo K como único
proyecto progresista en la historia argentina reciente. Te puede gustar o no su
proyecto político. Otra, detesto las declaraciones y las locuras que ha hecho
nuestro amigo Correa en relación a la despenalización del aborto pero no tengo
duda sobre que ese es el proyecto transformador que tiene el progresismo en
Ecuador. Lo mismo con Morales en Bolivia, o el PT en Brasil, con todos los
problemas que tiene. El PT sigue siendo el único proyecto capaz de disputar
poder por izquierda en la política brasilera, y el Frente Amplio lo es en
Uruguay; entonces, cuando me preguntan sobre Venezuela, no tengo dudas sobre
cuál debería ser la ubicación de una fuerza de izquierda, cuáles son sus aliados
continentales en América Latina.
Esto
se da de bruces con la definición que hiciste recién: izquierda republicana,
institucional versus nacional populista.
No
se da de bruces, son dos vertientes.
Los
modelos de América Latina están más cerca de lo popular nacionalista, el modelo
K.
No
Chile, no Brasil.
Pero
Venezuela, Evo, Cristina.
Creo
que lo nacional popular pesa, esas tradiciones pesan en Argentina.
Posiblemente, pesen en Ecuador. Creo que lo de Bolivia es distinto porque
tienen toda la vertiente indigenista, que para nosotros es incomprensible.
Cuando les hablás del giro a la izquierda, ellos te dicen que se están
descolonizando, porque la izquierda fue blanca y colonizadora. América Latina
ha tenido una capacidad fermental de levantar proyectos de izquierda tan
distintos.
América
Latina es el continente más progresista del mundo por la tasa de gobiernos de
izquierda, también es el continente con más poder femenino del mundo porque la cifra
de mandatarias es importante.
El
feminismo tiene todas sus connotaciones. No cualquier mujer…
Una
cosa es que se hable de mujeres con conciencia de género, etc. pero también lo
nacional popular tuvo vertientes de derecha y de izquierda.
América
Latina siempre fue generadora en los sesenta, la teoría de la dependencia,
todos los intelectuales que hubo.
Fuimos
generadores de cosas maravillosas, la teoría de la dependencia la inventó
América Latina, el populismo lo inventaron los brasileros pero después
estuvimos tan chatos con aquello del pensamiento único.
En
2005 cien mil votamos en blanco, hoy te pueden votar los que no bancan a
Tabaré. ¿Cómo canalizás el descontento frentista de las elecciones internas
para adelante?
Lo
primero es disputar el poder dentro del Frente Amplio.
El Frente todavía sigue siendo “el” partido de la izquierda para la inmensa
mayoría de la gente. El Frente Amplio sigue siendo el referente simbólico,
indiscutido, afectivo, político, de la izquierda uruguaya; así que es una
construcción demasiado importante como para perderla y creo que hay que
disputar poder dentro del Frente Amplio.
¿Es
transformable desde adentro?
Creo
que sí, y a veces creo que no. Pero si no creyera que sí, no estaría peleando
en las condiciones en las que estoy peleando. Creo que hay mucha gente que
piensa como yo, que no tienen poder en la dirigencia pero tienen mucho poder en
las bases. Si no, yo, una recién llegada, no hubiera tenido un 25% de votos en
el Congreso. Eso existió antes de mí y yo simplemente lo vehiculicé. No era
amor a mí, tampoco era tanto anti Tabaré sino que expresaban una discusión
programática, una posición sobre la economía, sobre la sociedad, etc. No es
poca gente la que piensa así dentro del Frente. Hay una separación
bases-dirigencia que se empieza a producir después de que se llega al gobierno
y ahora es bastante profunda. Para que eso dispute poder dentro del Frente,
tenés que transformarlo en política.
Con
el enojo y el voto en blanco, no vamos a ningún lado.
Me
parece muy bien que la gente se enoje y quiera dar una señal,-el voto en
blanco-; todavía no sé bien qué fue lo que el Frente Amplio terminó de entender
de todo esto. El Frente Tuvo un primer diagnóstico con ese voto en blanco, pero
no solo eso; el Frente no crece.
El
Frente, a nivel juvenil, está perdiendo apoyo. Tenía el 60% de las nuevas
generaciones y ahora es el 50%.
Lo
único que se necesita para que los jóvenes participen es abrirles la puerta.
Estoy llena de jóvenes. Aunque mandan mucho más de lo que yo quisiera porque
¡agarráte Catalina, mirá que los talibanes también eran jóvenes! Los jóvenes no
son el músculo político, son también el cerebro político, pero si les das un
lugar, los jóvenes trabajan en política como locos y trabajan bien. Buena parte
de los movimientos que vimos, de voto rosado, de no a la baja, son jóvenes. Espero
que los jóvenes no adquieran las malas mañas de la organización política. Eso
me preocupa sobre todo viendo el movimiento estudiantil universitario.
Nosotros
no podemos traspasarles cinismo político a gurises que tienen veinte años. Eso
es un pecado mortal.
Los
jóvenes no participan en política porque no los dejan. Vos los dejás y entran y
son fatales porque disputan mucho poder con los viejos. Lo que veo en mi
incipiente organización política es que hay dos conflictos grandes. Cuesta que
las mujeres trabajen con los hombres, producto del rezago de décadas.
¿De
ambos lados?
A
las mujeres, después que se empoderan, les cuesta aceptar órdenes de los
hombres y los jóvenes con los más viejos. Además, tengo las dos puntas: muy
veteranos y jóvenes de veinte o treinta. Me faltan las generaciones
intermedias.
Están
todos en la estructura.
Claro.
Tenemos intelectuales. Tampoco hemos conquistado a las generaciones intermedias
para que disputen poder con Tabaré.
¿Qué
hay que hacer en el Frente? La estructura es muy difícil de cambiar, ¿no se
precisa ahí una implosión?
La
estructura está compuesta de dos cosas, la primera es el poder de los votos y
por eso es importante competir en las elecciones, y da mucho laburo. Es mucho,
mucho laburo.
Yo
bromeaba el otro día, cuando terminamos las presentaciones -estábamos todos
muertos después de días y días sin dormir, Carlos Viera yendo como loco hasta
Artigas a último momento a presentar las listas en un cd cuando cerraba la
Corte Electoral-, y les decía: ¿Vieron? Es más fácil asaltar el Palacio de
Invierno que presentarse a una elección. (Risas)
Para
cambiar el Frente, tenés que disputar poder electoral. Eso es muy importante,
no podés quedarte en un grupo testimonial que patea del lado de afuera porque
no llegás a nada.
Aprendí
que es impresionante la relación política-dinero en este país, nunca hubiera
imaginado que fuera así hasta que la vi con mis propios ojos. Hay campañas de
un millón y medio de dólares, yo hice campaña con cincuenta mil dólares,
treinta mil que me prestó el Frente y veinte mil que juntamos nosotros.
El
tema de los medios es muy complicado.
La
invisibilización que hacen los medios de los grupos menores, la manera en que
me han radicalizado a mí políticamente. Me preguntaron si viajaría a Estados
Unidos, ¡no lo podía creer! Yo fui invitada por el Departamento de Estado para
viajar a Estados Unidos cuando asumió Obama.
¿Cuál
es el meta mensaje?
Es
que no podés decir cosas de izquierda, cosas profundas sin estar fuera del
sistema. Es una cosa perversa que se va construyendo políticamente de muchas
maneras, con muchos voceros y los medios de izquierda que existen en Uruguay no
terminan de construir agenda nunca. La agenda pública la construyen los otros
medios y entiendo que todos los medios de comunicación tengan sus posiciones
tomadas, pero la dinámica del Uruguay es pensar que son neutros y que informan.
Las personas creen lo que los medios de comunicación les dicen qué es lo que
pasa en la política. Una de mis aspiraciones es tener una escuela de formación
política dentro del Frente Amplio, porque cuando no tenés formación política,
la gente piensa lo que le dice la prensa.
El
gobierno del Frente Amplio: ¿desacumuló, desmovilizó o creó conciencia política?
Una
cosa es evidente: los gobiernos, no han fortalecido al partido. Cada vez vota
menos gente en el partido, los cuadros del partido se han ido al gobierno, etc.
Ahora,
tuvimos una especie de fortalecimiento del partido por virtud de las elecciones
internas pero no necesariamente la llegada de los partidos al gobierno los
fortalece, puede anularlos como partido.
El PT sufrió horrible cuando llegó al gobierno.
Ahora,
por peor que sea un gobierno de izquierda, por tibio que sea, las condiciones
institucionales, legales y políticas que el gobierno de izquierda genera para
la acumulación de poder popular, son impresionantes comparadas con los
gobiernos conservadores.
Vos
tenías un movimiento sindical languideciendo, hoy se triplicó porque existen los Consejos de
Salarios.
Todo
eso a lo que le llamamos la agenda de derechos genera condiciones para la
acumulación de poder.
Eso
ha pasado en toda América Latina. El gobierno crea las condiciones para que el
movimiento popular se organice en condiciones que ningún gobierno conservador
permite.
Otra
opinión que se escucha con frecuencia es que la derrota del Frente le puede
servir para girar a la izquierda.
Aquellos
lugares donde el Frente Amplio perdió -que fueron las intendencias de Paysandú,
Salto, Treinta y Tres y Florida-, más bien fue súper negativo haber perdido
para el Frente. Hubo mucha cobranza recíproca.
No
necesariamente una derrota te hace aprender de tus errores. Entonces tomando la
evidencia empírica que tenemos, si miro lo qué pasó con la derrota del Frente
Amplio no diría precisamente eso.
Por
otro lado, tenés partidos tradicionales que se van derechizando y cuando pensás
que en el próximo período de gobierno, el Frente puede no estar, te preguntás:
¿qué hacemos con la legalización del cannabis, qué pasa con la despenalización
del aborto, qué pasa con los Consejos de Salarios? Vas a generar una
desacumulación impresionante. En este país todavía la política expresa la
estructura de clases.
Para
el movimiento popular es un golpazo que el Frente no gane. Por supuesto, que un
Frente Amplio más derechizado también desacumula.
No
hay nada peor que ver claudicaciones en lo que uno considera el partido protagonista
histórico.
Yo
con lo de las Fuerzas Armadas, me quiero morir porque si el Frente Amplio
desacumula de la tradición Licandro,
defendiendo a las Fuerzas Armadas en sus demandas corporativas, ¡Socorro!
¿Por
qué hay que votar a Constanza?
Primero
hay que votar al Frente Amplio porque hay que…
¿Las
internas no importan?
Las
internas importan y mucho. La primera lucha por la constelación ideológica
dentro del Frente Amplio es ahora, el primero de junio. Porque le tenés que dar
un espacio a la renovación. Nosotros, con todas nuestras dificultades,
representamos algo de lo nuevo que viene al Frente Amplio y algo de lo viejo
porque tenemos a Galeano, a Couriel, a Notaro, a Margarita Percovich.
Es
el geriátrico de Constanza.
También
tengo jóvenes. Si querés abrir espacios nuevos
dentro del Frente Amplio, si querés votar mujeres, si querés votar jóvenes, si
querés un Frente Amplio nuevo y distinto, votame a mí.
Si
eligieras al vice, ¿a quién elegís?
No
sé. Sospecho que el vice es el resultado de una negociación dentro del Frente
Amplio. Es decir, Tabaré pudo elegir su vice, ya no podrá.
Le
puso como condición que quiere a cuatro o cinco y él elige.
Sí,
y me parece que el Frente Amplio va a decidir negociando. También las cartas
están para verse en junio.
Había
expectativa de que volvía Tabaré y era Alejandro Magno.
No
quiero decir: “Yo lo dije”.
Se
jugaron todos los boletos a Leguisamo y resulta que Leguisamo está medio en
silla de ruedas.
Tabaré
hará lo que podrá, el tema es el Frente Amplio. Con qué cabeza juega el partido
que tiene que jugar. Lamentablemente, en la izquierda (no así en la derecha),
el que no avanza, retrocede. Entonces, después de un período tan abierto, tan
transgresor como el que tuvimos con Mujica, volver a Tabaré es bravo, tenemos
que seguir para adelante. Creo que el Frente Amplio tiene miedo de perder y la
jugada del miedo siempre es una jugada conservadora. El miedo es el más
conservador de nuestros sentimientos.
¿También
hay miedo a perder parcelas de poder?
Si
tenés un partido que se va burocratizando, y los partidos cuando llegan al
gobierno se transforman en una burocracia política -eso ya está súper
estudiado-, las burocracias son súper conservadoras. Por eso se necesita
renovar, se necesita militancia, se necesita gente como yo, que hice lo que
hice, pero tendrán que venir otros que hagan otras cosas porque precisás
acumulación de fuerzas del lado de los desafiantes, no del lado de la
burocracia más instalada. También es impresionante lo mucho que empuja el alto
empresariado y los grandes medios de comunicación (los partidos de la oposición
también), a la estrategia conservadora de volver para atrás. Pienso que con ese
empresariado, con esos medios de comunicación, etc. estás en el gobierno y el
miedo a salirte de una ecuación política de sostenibilidad democrática termina
favoreciendo actitudes conservadoras. Los otros juegan, y mucho.
La Ley de Medios no
cambia mucho lo que es ese status quo de los medios.
Algo
cambia porque si no, no habría una resistencia de los medios como hay a la Ley.
¿Sos
Constanza con K?
Eso
lo dijo un edil de Asamblea Uruguay y después me pidió perdón.