Por Mariana Iglesias
clarin.com
La postuló un especialista en EE.UU. y disparó la polémica. Psicólogos locales sostienen que es clave para la autoestima.
Hace unos días, David Desteno –profesor de psicología de la
Northeastern University– publicó un artículo en el New York Times. El
tema: confiar o no en uno y/o en los demás. El motivo: acaba de editar
un libro que se llama “La verdad sobre la confianza”. Su polémica teoría
es que la confianza es un arma de doble filo porque si uno confía en
los demás puede salir lastimado, pero confiar en uno mismo puede ser
mucho peor. De hecho, su gran consejo es “deje de confiar en usted”.
Psicoanalistas consultados por Clarín lo tildaron de simplista.
Aseguran que la confianza tiene que ver con la infancia, el amor, las
vivencias. Y que, de últimas, con empeño y terapia, la confianza se
construye.
“Confianza es una palabra de doble filo. Aunque se puede lograr más en la vida si uno pone la fe en los demás, al hacerlo, uno queda vulnerable. Si su amigo, socio o aliado político lo traiciona, él se beneficia. Este riesgo es una desventaja de la confianza y lleva a mucha gente a preferir la autoconfianza, algo que parece más seguro, porque la única persona en la que usted tiene que confiar es en usted. ¿Pero uno puede confiar más en uno que en los demás? La respuesta es no”, sostiene Desteno. Y dice por qué:”Primero es necesario darse cuenta de que confiar en uno mismo involucra a dos personas, sólo que las dos son usted. Hay un usted presente y un usted futuro. Y mientras el usted presente puede creer que será fácil resistir una salida al casino en dos semanas, el usted futuro puede no creerlo en ese momento. No siempre se puede confiar en el futuro usted, como en cualquier otra persona”. Eso es lo que critican los psicoanalistas, claro, Desteno es conductista y no tiene en cuenta el pasado, ni la subjetividad ni el inconsciente.
“Lo cognitivo es una derivación del conductismo, trabaja sobre los comportamientos observables. Toma el presente y el futuro pero deja afuera el pasado –explica Enrique Novelli, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)–. El psiquismo funciona como un eje rector: evitar el displacer y obtener placer. Alrededor de ese eje se organizan las actividades. Todas las vivencias se inscriben en el psiquismo y dejan huellas, son la historia. Lo pasado está en el inconsciente y tiene un efecto grande en el presente y en el futuro”.
“Si confiar significa predecir conductas futuras en uno mismo o en el otro... se podría decir que en la medida que no se pueden predecir conductas, nadie sería totalmente confiable... ni siquiera uno.Y aquí empieza la gran diferencia con el cognitivismo. En la medida que la persona tenga claro su deseo y cómo lograrlo, enmarcado por su sistema de valores, podrá reaccionar de manera predecible. En el psiquismo humano coexisten fuerzas contrarias que interactúan constantemente. Esas fuerzas, las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte, las pulsiones sexuales primarias y las exigencias de la conciencia y de los valores éticos, hacen que la predecibilidad de las conductas sea siempre relativa. Sin embargo, la persona puede suponer cierto grado de confiabilidad: si en una persona predominan las pulsiones de vida, no tendrá conductas auto-destructivas que pondrán en juego su vida o a la de otros. Si sus valores éticos compasivos predominan sobre sus pulsiones primarias, no le hará deliberadamente mal a otro”, dice Juan Eduardo Tesone, psicoanalista.
“La confianza es una característica emocional de una persona que puede confiar en sí misma. Este concepto implica creer en nosotros mismos, lo que significa tener una autoestima armónica, una valoración de nosotros con un predominio de signo positivo y con la flexibilidad de aceptarnos como vulnerables, porque podemos equivocarnos cuando depositamos confianza en personas que quizá nos decepcionan. No obstante, una persona con confianza en sí, ante esa decepción no se vuelve negativa sino que puede aceptar que es fácil cometer errores, tanto uno mismo como los otros”. dice Adriana Guraieb, también de APA, y cita al psicólogo Eric Ericsson, que sostiene que las personas que en la infancia han tenido buenas relaciones de afecto, tienen más posibilidades de tener una visión del mundo como un lugar acogedor.
Ahí parece estar la clave. “En la confianza interviene la calidad de los vínculos amorosos de la primera infancia, que darán confianza en su propia capacidad de cuidado y de amor por sí mismo”, explica Tesone. Agrega Novelli: “Si los padres no son lo suficientemente atentos para cuidar al hijo, o no pueden calmarlo ni decirle que aunque ahora no pueda ya va a poder, tendrá baja autoestima”. Alguien con baja autoestima no confía en sí. El paranoico y el narcisista no confían en los demás.
Por el contrario, una persona con buena autoestima piensa que logrará cualquier anhelo que se proponga. Una persona que confía en sí misma confía en los demás. Es lo más sano, y tiene que ver con el afecto. Y si eso no existió, la confianza se puede construir, con ganas, psicoterapia, y amor.
“Confianza es una palabra de doble filo. Aunque se puede lograr más en la vida si uno pone la fe en los demás, al hacerlo, uno queda vulnerable. Si su amigo, socio o aliado político lo traiciona, él se beneficia. Este riesgo es una desventaja de la confianza y lleva a mucha gente a preferir la autoconfianza, algo que parece más seguro, porque la única persona en la que usted tiene que confiar es en usted. ¿Pero uno puede confiar más en uno que en los demás? La respuesta es no”, sostiene Desteno. Y dice por qué:”Primero es necesario darse cuenta de que confiar en uno mismo involucra a dos personas, sólo que las dos son usted. Hay un usted presente y un usted futuro. Y mientras el usted presente puede creer que será fácil resistir una salida al casino en dos semanas, el usted futuro puede no creerlo en ese momento. No siempre se puede confiar en el futuro usted, como en cualquier otra persona”. Eso es lo que critican los psicoanalistas, claro, Desteno es conductista y no tiene en cuenta el pasado, ni la subjetividad ni el inconsciente.
“Lo cognitivo es una derivación del conductismo, trabaja sobre los comportamientos observables. Toma el presente y el futuro pero deja afuera el pasado –explica Enrique Novelli, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)–. El psiquismo funciona como un eje rector: evitar el displacer y obtener placer. Alrededor de ese eje se organizan las actividades. Todas las vivencias se inscriben en el psiquismo y dejan huellas, son la historia. Lo pasado está en el inconsciente y tiene un efecto grande en el presente y en el futuro”.
“Si confiar significa predecir conductas futuras en uno mismo o en el otro... se podría decir que en la medida que no se pueden predecir conductas, nadie sería totalmente confiable... ni siquiera uno.Y aquí empieza la gran diferencia con el cognitivismo. En la medida que la persona tenga claro su deseo y cómo lograrlo, enmarcado por su sistema de valores, podrá reaccionar de manera predecible. En el psiquismo humano coexisten fuerzas contrarias que interactúan constantemente. Esas fuerzas, las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte, las pulsiones sexuales primarias y las exigencias de la conciencia y de los valores éticos, hacen que la predecibilidad de las conductas sea siempre relativa. Sin embargo, la persona puede suponer cierto grado de confiabilidad: si en una persona predominan las pulsiones de vida, no tendrá conductas auto-destructivas que pondrán en juego su vida o a la de otros. Si sus valores éticos compasivos predominan sobre sus pulsiones primarias, no le hará deliberadamente mal a otro”, dice Juan Eduardo Tesone, psicoanalista.
“La confianza es una característica emocional de una persona que puede confiar en sí misma. Este concepto implica creer en nosotros mismos, lo que significa tener una autoestima armónica, una valoración de nosotros con un predominio de signo positivo y con la flexibilidad de aceptarnos como vulnerables, porque podemos equivocarnos cuando depositamos confianza en personas que quizá nos decepcionan. No obstante, una persona con confianza en sí, ante esa decepción no se vuelve negativa sino que puede aceptar que es fácil cometer errores, tanto uno mismo como los otros”. dice Adriana Guraieb, también de APA, y cita al psicólogo Eric Ericsson, que sostiene que las personas que en la infancia han tenido buenas relaciones de afecto, tienen más posibilidades de tener una visión del mundo como un lugar acogedor.
Ahí parece estar la clave. “En la confianza interviene la calidad de los vínculos amorosos de la primera infancia, que darán confianza en su propia capacidad de cuidado y de amor por sí mismo”, explica Tesone. Agrega Novelli: “Si los padres no son lo suficientemente atentos para cuidar al hijo, o no pueden calmarlo ni decirle que aunque ahora no pueda ya va a poder, tendrá baja autoestima”. Alguien con baja autoestima no confía en sí. El paranoico y el narcisista no confían en los demás.
Por el contrario, una persona con buena autoestima piensa que logrará cualquier anhelo que se proponga. Una persona que confía en sí misma confía en los demás. Es lo más sano, y tiene que ver con el afecto. Y si eso no existió, la confianza se puede construir, con ganas, psicoterapia, y amor.
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