Venezuela ya parió Libertadores que
están en las calles, ahora algunas conciencias parecen decididas a parir
un deber más que moral, un deber de evolución, cuyo embrión ya puede
entreverse
Abril 01 de 2014
Venezuela lleva 40 días de guerra
libertaria. Sola, en medio de traiciones propias e indiferencias propias
y ajenas. Tal vez los estudiantes que luchan por la libertad arrebatada
por el comunismo no dimensionen que se están enfrentando no sólo a un
jefe asesino desesperado, dos ancianos que exigen y colaboran con la
continuidad del régimen, presidentes de la región y organismos
internacionales aliados cuyo objetivo es el neocomunismo, el mismo de
Chávez, el mismo de Castro, el mismo de Maduro, el mismo del comunismo
internacional.
Se enfrentan también a grupos económicos
transnacionales que se sirven de gobiernos comunistas, a la diplomacia,
a las complacientes relaciones internacionales comerciales, las falsas
oposiciones del continente y a las peores miserias en gran escala: la
indiferencia cómoda de sus pares, la anomia de los indulgentes, la
soberbia ingenua ignorancia de aquellos ciudadanos de Latinoamérica que
no ven en Venezuela un espejo de lo que les vendrá mañana.
Estos jóvenes no viven en la maraña de
eufemismos que planteó la izquierda a la clase mediera para no decirse
comunista, estos estudiantes están claros. Tal vez el asombro que nos
hace abrir los ojos, haya puesto en estos nuevos Libertadores una dosis
contra el engaño. Saben que la mayoría de los partidos “opositores” de
la región no están a la altura de estos acontecimientos, que intentarán
boicotear o enfriar cualquier resistencia porque más tarde también irán
por ellos.
Decididos a la liberación de todas las
opresiones, los estudiantes y tantos anónimos de las redes sociales en
Latam mueven el andamiaje de mentiras sostenido por los medios
panfletarios y los otros arrastrados por la autocensura y la corriente
idiocrática de pensamiento oficial.
Así como “nadie pone un remiendo nuevo
en un vestido viejo porque se romperá el vestido”, así estos nuevos
militantes de la Libertad se enfrentan a la conquista más preciada: el
cambio de paradigma.
Este desafío de las actuales
generaciones de a pie, esas que también jaquean a la clase política
acomodaticia y cómplice de las miserias rampantes, será la construcción
de una nueva conciencia que, no solo repudie, neutralice y excluya los
antivalores sociales que introdujo la revolución fracasada, sino también
la puesta en valor de aquellos principios humanos devaluados por más de
una década, exterminando el cinismo social entronizado en los conceptos
con los que los han empoderado a las clases marginales.
Muchos de estos políticos “opositores”
en Latam ya vislumbran un escenario post-neocomunista, acomodando el
discurso, pero el haber consentido y silenciosamente aprobado el
socialismo del siglo XXI, la subversión de los valores humanos
(convertidos en desechos humanos) y el sentido común, es una deuda que
más temprano que tarde será cobrada.
Venezuela ya parió Libertadores que
están en las calles, ahora algunas conciencias parecen decididas a parir
un deber más que moral, un deber de evolución, cuyo embrión ya puede
entreverse.
En algún momento, la generación humana pediría la cabeza de Barrabás. Para Latinoamérica, puede ser ahora.
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