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martes, 6 de mayo de 2014

Para lagrimear Consuelo Pérez


Montevidep Portal

Edila por sector ProBa, Partido Colorado. Integrante actual de la Comisión de Derechos Humanos de la Junta Departamental de Montevideo. Integrante actual de la Comisión de Medio Ambiente y Salud de la Junta Departamental. Integrante de la Red de Mujeres Políticas. 

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La noticia divulgada por el gobierno uruguayo con relación a su intención de traer al país entre 50 y 70 niños huérfanos con sus madres, que se encuentran actualmente en un campo de refugiados en Jordania, incorporó lágrimas y nudos en la garganta al desayuno de muchos uruguayos.
Y no es para menos, porque la situación de muchos colectivos desprotegidos en el mundo entero, nos dan cuenta de las desgracias del género humano, y de la miseria que significa la vida para grandes sectores de la humanidad.
Estos niños sirios son huérfanos, o están abandonados, aunque estén junto a sus madres. Aún así están “mejor” que los “niños de la guerra” africanos. Que comienzan a cargar el fusil a los seis o siete años. Y hace muchas décadas que eso acontece. Pero sería demagógico (sic) y abusivo extenderse en análisis de este tipo, desde nuestra bonanza económica.
Ciertamente, convengamos en que toda acción de ayuda, por menor que sea, aporta. Pero cuando se suma a otras intenciones “humanitarias” recientes, a propósitos de poblar el país con extranjeros, a intenciones de traer chinos, y a otras propuestas, todas naufragadas en la nada, es entendible la actitud socarrona con que la población se expresa en los distintos medios con relación a este asunto, lo que es al menos muy triste, dado el objeto de la idea.
A su vez, escuchar al canciller mencionar que el presidente está aplicando “un viejo principio artiguista para que tengan una mejor condición de vida”, nos hace pensar primero en Artigas (¿?), y nos hace pensar también en las condiciones de vida de muchos uruguayos, de muchos niños uruguayos que sin guerras, que sin persecuciones, que un país sin catástrofes naturales y que viene de gozar una bonanza económica que difícil se repita en el mediano plazo, viven en la miseria más absoluta.
A los que vemos a diario alimentarse de la basura, y a los que vemos desempeñando tareas de recolección de residuos junto a sus padres. Ni pensar en la escuela, por supuesto.
Dicho en términos de justicia estatal, en términos de administración, y sin ánimo de ofender, ¿es de esperar para los olvidados o desprotegidos niños uruguayos, que los niños sirios ingresen por el final del escalafón, que es lo que la justicia social implicaría?. ¿Deberán transitar las mismas miserias? Porque si es así, habría que advertírselos a los que vendrían. Y si no las transitan, sería una injusticia para los de aquí.
Cualquier escenario es inquietante y abrumador en ese sentido.
Pero quizá para la fecha en que los sirios lleguen, dada la prontitud con que los temas de carácter social se han resuelto en los últimos años, ya no haya miseria infantil en el país.
Claro, otra opción, y atendiendo a lo expresado por Mujica con relación al momento de su retiro, es que los 30 niños que se propuso adoptar para su chacra, sean sirios.
De todas formas, esperamos lo mejor.

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